Cuentos completos, Roberto Bolaño, p. 518
En la puerta ve a un niño
famélico quien a su vez no le quita los ojos de encima. Pe se levanta y sale y
le pregunta al niño qué le pasa. El niño le dice si le puede dar un vaso de leche.
Curioso, pues Pe no está bebiendo leche. En cualquier caso nuestra actriz
consigue un vaso de leche y se lo lleva al niño, que sigue en la puerta. Acto
seguido el niño bebe el vaso de leche ante la atenta mirada de Pe. Cuando se lo
acaba, cuenta Pe, la mirada de agradecimiento y de felicidad del niño la lleva
a pensar en la cantidad de cosas que ella posee y que no necesita, aunque allí
Pe se equivoca, pues todo, absolutamente todo lo que posee, lo necesita. Al
cabo de unos días Pe mantiene una larga conversación filosófica y también de
orden práctico con la madre Teresa de Calcuta. En determinado momento Pe le
cuenta esta historia. Habla de lo necesario y de lo superfluo, de ser y no ser,
de ser con relación a y de no ser en relación ¿con qué?, ¿y cómo?, ¿y a final
de cuentas qué es eso de ser?, ¿ser tú misma?, Pe se hace un lío. La madre
Teresa, mientras tanto, no para de moverse como una comadreja reumática de un
lado a otro de la habitación o del porche que las cobija, mientras el sol de
Calcuta, el sol balsámico y también el sol de los muertos vivientes, espolvorea
sus postreros rayos imantado ya por el oeste. Eso, eso, dice la madre Teresa de
Calcuta, y luego murmura algo que Pe no entiende. ¿Qué?, dice Pe en inglés. Sé
tú misma. No te preocupes por arreglar el mundo, dice la madre Teresa, ayuda,
ayuda, ayuda a uno, dale un vaso de leche a uno y ya será suficiente, apadrina
a un niño, sólo a uno, y ya será suficiente, dice la madre Teresa en italiano y
con evidente mal humor. Al caer la noche Pe vuelve al hotel. Se ducha, se
cambia de ropa, se pone unas gotas de perfume sin poder dejar de pensar en las
palabras de la madre Teresa. A la hora de los postres, de golpe, la
iluminación. Todo consiste en sacar un pellizco microscópico de los ahorros.
Todo consiste en no atribularse. Tú dale a un niño indio doce mil pesetas al
año y ya estarás haciendo algo. Y no te
atribules ni tengas mala conciencia. No fumes, come frutos secos y no tengas
mala conciencia. El ahorro y el bien están indisolublemente unidos.
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