Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DIOS


Némesis, Philip Roth, p. 197
Dios mató a mi madre cuando estaba dando a luz. Dios me dio un ladrón por padre. Cuando era veinteañero, Dios me dio la polio, que contagié a mi vez a una docena de niños, probablemente más, incluida la hermana de Marcia, incluido usted, casi con toda seguridad. Incluido Donald Kaplow, que murió en un pulmón de acero en el hospital de Stroudsburg, en agosto de 1944. ¿Hasta dónde debería llegar mi amargura? Dígamelo usted. -Lo díjo de un modo cáustico, en el mismo tono en que había afirmado que un día el Dios de Marcia la traicionaría y también le clavaría un cuchillo en la espalda.
-No seré yo quien culpe a una víctima de la polio, joven o mayor, por no poder superar totalmente la angustia de una enfermedad que jamás termina -repliqué-. Claro que uno se amarga al pensar que es permanente. Pero, al cabo del tiempo, tiene que haber algo más. Habla usted de Dios. ¿Cree todavía en ese Dios al que menosprecia?
-Sí. Alguien ha tenido que hacer el mundo.
-Dios el gran criminal-dije-. Pero si Dios es el criminal, no es posible que usted lo sea también.
-De acuerdo, es un enigma médico. Soy un enigma médico -replicó Bucky confusamente.
¿Quería decir tal vez que era un enigma teológico? ¿Era esa su versión de la doctrina gnóstica propia de un hombre corriente, con un Demiurgo maligno incluido? ¿Es la divinidad adversa a nuestra existencia en la tierra? Desde luego, las pruebas que su experiencia le permitia presentar no eran desdeñables. Solo un demonio podía inventar la polio. Solo un demonio podía inventar a Horace. Solo un demonio podía inventar la Segunda Guerra Mundial. Súmalo todo, y el demonio vence. El demonio es omnipotente. El concepto que Bucky tenía de Dios, tal como yo lo entendía, era el de un ser omnipotente cuya naturaleza y cuyos propósitos no era posible aducir con la dudosa evidencia bíblica sino mediante una irrefutable prueba histórica, recogida durante una vida pasada en este planeta en pleno siglo xx. Su concepto de Dios era el de un ser omnipotente no constituido por la unión de tres personas en una divinidad, como en el cristianismo, sino de dos: un jodido enfermo y un genio maligno.

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