Iluminaciones, Walter Benjamin, p. 160
De El proceso puede inferirse que
esos procedimientos no le permiten al acusado abrigar ninguna esperanza, ni tan
siquiera en aquellos casos en que se mantiene una esperanza de absolución. Puede
que sea esa desesperanza la que concede belleza únicamente a esas criaturas
kafkianas. Eso por lo menos coincide con ese fragmento de conversación que Max
Brod nos transmitiera. ”Recuerdo una conversación con Kafka a propósito de la
Europa contemporánea y de la decadencia de la humanidad. "Somos -dijo-
pensamientos nihilistas, pensamientos suicidas que surgen en la mente de
Dios." Eso me recordó la imagen del mundo de la gnosis: Dios como un
demiurgo malvado y el mundo como su pecado original. "Oh, no -replicó-.
Nuestro mundo no es más que un malhumor de Dios, uno de esos malos días que uno
tiene.""¿ Existe entonces esperanza fuera de esta manifestación del
mundo que conocemos?" Él sonrió. "Oh, bastante esperanza, sí, una
esperanza infinita, solo que no para nosotros."» Estas palabras enlazan
con esas excepcionales figuras kafkianas que se evaden del seno familiar y para
las cuales tal vez haya esperanza. No para los animales, ni siquiera para esos
híbridos o seres enmarañados, como el corderogato de “La cruza” o el Odradek.
Todos ellos viven más bien en el anatema de la familia. No en balde Gregario
Samsa se despierta convertido en bicho precisamente en la habitación familiar;
no en balde el extraño animal, medio gatito y medio cordero, es un legado de la
propiedad paternal;0 no en balde es Odradek la preocupación del jefe de
familia.
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