SOBRE EL LENGUAJE EN GENERAL Y SOBRE EL LENGUAJE DE LOS
HUMANOS
Toda expresión de la vida mental y espiritual humana
puede concebirse como una especie de lenguaje, y este enfoque provoca nuevos interrogantes
en todos los campos, como es propio de un método veraz. Puede hablarse de un
lenguaje de la música y de la escultura; de un lenguaje de la justicia, que
nada tiene que ver, de un modo inmediato, con esos en que se formulan
sentencias jurídicas alemanas o inglesas; de un lenguaje de la técnica, que
tampoco es la lengua profesional de los técnicos. En este contexto, el “lenguaje” significa un principio dedicado a
la comunicación de contenidos espirituales e intelectuales relativos a los
objetos tratados: la técnica, el arte, la justicia o la religión. En pocas
palabras, cada comunicación de contenidos espirituales e intelectuales es lenguaje
y la comunicación por medio de la palabra constituye solo un caso particular
del lenguaje humano, de su fundamento o de aquello que sobre él se funda (como
la justicia o la poesía). Pero el ser del lenguaje no solo se extiende sobre
todos los ámbitos de la expresión mental del ser humano, de alguna manera
siempre inmanente en el lenguaje, sino
que se extiende sobre absolutamente todo. No existe evento o cosa, tanto en la
naturaleza viva como en la inanimada, que no goce, de alguna forma, de su
participación en el lenguaje, ya que en su propia esencia está el poder
comunicar su contenido espiritual. Así usada, la palabra “lenguaje” no es, de ningún
modo, una metáfora. Pues resulta revelador, y constituye un reconocimiento
pleno de contenido, que no podamos imaginar ninguna entidad espiritual,
intelectual y mental que no se comunique en la expresión
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