HABÍA depositado mi confianza en
mistress Prest; en realidad, sin ella habría avanzado más bien poco, pues la
única idea provechosa en todo el asunto surgió de los labios de esta amiga. Fue
ella quien encontró el atajo y desató el nudo gordiano. Se supone que a una mujer no le es fácil
obtener una visión más amplia y abierta de cualquier cosa, cualquier cosa que
deba hacerse
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