Aquí estoy JS Foer, p. 45
No le gustaban las texturas
uniformes: las cosas no son así. No le gustaban las alfombras centradas en las habitaciones. La buena arquitectura
tiene que hacerte sentir que estás en una cueva con vistas al horizonte. No le
gustaban los techos de doble altura. No le gustaba que hubiera demasiado cristal.
La función de una ventana es dejar entrar la luz no enmarcar un paisaje. Un
techo tiene que quedar sólo a unos centímetros de las yemas de los dedos de la
mano levantada de la persona más alta, puesta de puntillas, que viva en la
casa. No le gustaba que todos los cachivaches tuvieran su sitio: las cosas van
donde no les corresponde. Un techo de tres metros treinta es demasiado alto.
Hace que se sienta uno perdido abandonado. Un techo de tres metros es demasiado
alto. Le daba la sensación de que todo estaba fuera de su alcance. Dos setenta
es demasiado alto. Siempre es posible conseguir que algo que resulta placentero
-seguro, cómodo, diseñado para la vida sea también agradable a la vista. No le
gustaba la iluminación empotrada, ni las lámparas que se encienden con interruptores
de pared; prefería, por tanto, los candelabros, las luces de araña y el
esfuerzo. No le gustaban las funciones ocultas: las neveras paneladas, los tocadores
detrás de espejos o las teles que se esconden dentro de armarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario