Aquí estoy, JS Foer, p. 404
Pues hay una cosa que no entiendo
–añadió Sam, contemplando la luna temprana que seguían con el coche-. Si Dios
estaba en todas partes, ¿dónde puso el mundo cuando lo creó?
Jacob y Julia intercambiaron otra
mirada, ésta de asombro. Julia se volvió hacia Sam, que seguía mirando por la
ventana, sus pupilas yendo y viniendo como el carro de una máquina de escribir.
-Eres increíble -le dijo.
-Vale -dijo Sam-, pero ¿dónde lo
puso?
Esa noche, Jacob investigó un
poco y descubrió que la pregunta de Sam había ocupado a los pensadores durante
miles de años, y que la respuesta predominante era la idea cabalística del
Tzimtzum. Resumiendo, Dios estaba en todas partess y, como Sam había supuesto,
cuando había querido crear el mundo, no había encontrado dónde ponerlo. Por eso
se había empequeñecido a sí mismo. Algunos lo consideraban un acto de
contracción, otros de ocultación. La Creación exigía borrarse uno mismo. Para
Jacob, se trataba de un gesto de humildad extrema, de la generosidad más pura.
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