El cuento de la maestra, Margaret Atwood, p. 327
Está vestida con un absurdo
conjunto negro de lo que alguna vez fue raso brillante y ahora es una tela
desgastada. No lleva tirantes y en el interior tiene un alambre que le levanta
los pechos, pero a Moira no le sienta bien; es demasiado grande, lo que hace
que un pecho le quede erguido y el otro no. Ella tironea distraídamente de la
parte superior, para levantarlo. Lleva una bola de algodón en la espalda, la
veo cuando se pone de perfil; parece una compresa higiénica que hubiera
reventado como una palomita de maíz. Me doy cuenta de que pretende ser un rabo.
Atadas a la cabeza lleva dos orejas, no logro distinguir si de conejo o de
ciervo; una ha perdido su rigidez, o el armazón de alambre, y está medio caída.
Lleva una pajarita en el cuello, medias negras de tul y zapatos negros de tacón
alto. Siempre ha odiado los tacones altos. Todo el traje, antiguo y
estrafalario, me recuerda algo del pasado, pero no atino a saber el qué. ¿Una
obra de teatro, una comedia musical? Las chicas vestidas para Semana Santa, con
trajes de conejo. ¿Qué significado tiene eso en este lugar, por qué se supone
que los conejos son sexualmente atractivos para los hombres? ¿Cómo puede
resultar atractivo un traje tan penoso?
Moira está fumando un cigarrillo.
Da una calada y se lo pasa a la mujer de su izquierda, que lleva cuernos
plateados y un vestido de lentejuelas rojas con una larga cola terminada en
punta: va disfrazada de diablo.
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