No lo puedo creer. La última vez
que hice esto tenía un sacerdote enfrente. Y tenía una maleta llenísima de
dólares, lista para salvarme del Infierno. ¿Sabes, Diablo Guardián? Te sobra
cola para sacerdote, y aun así tendría que mentirte para que me absolvieras.
Tú, que eres un tramposo, ¿nunca
sentiste como que se te agotaban las reservas de patrañas? Ya sé que me
detestas por decirte mentiras, y más por esconderte las verdades. Por eso ahora
me toca contarte la verdad. Enterita, ¿me entiendes? Escríbela, revuélvela, llénala
de calumnias, hazle lo que tú quieras. No es más que la verdad, y verdades ya
ves que siempre sobran. Señorita Violetta, ¿podria usted contarnos qué tanto hay
de verdad en su cochina vida de mentiras? ¿Qué hay de cierto en la witch
disfrazada de bitch, come on sugar Darling let me scratch your itch?Puta.madre,
qué horror, no quiero confesarme.
Ave María Purísima: me acuso de
ser yo por todas partes. O sea de querer siempre ser otra. Y hasta peor:
conseguirlo, ¿ajá? Me acuso de bitchear, witchear y rascuachear, de ser barata
como vino en tetra-pak, y al mismo tiempo cara, como cualquier coadicue
traicionera. Me acuso de haber robado, no una ni dos veces sino a roda hora y
en todo lugar, como chingado pac-man cocainómano. Me acuso de acusar al
confesor por mis pecados, y de haberlo nombrado Demonio de Mi Guarda sin
siquiera explicarle la clase de alimaña que estaba contrayendo.
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