De Matar a un ruiseñor de Harper Lee, p. 231
-¿Quiere decir que lo único que
bebe en esa bolsa es Coca-Cola? ¿Solo Coca-Cola?
-Sí, señorita -asintió el señor
Raymond. Me gustaba su olor: olía a cuero, caballos y a semillas de algodón.
Llevaba las únicas botas de montar inglesas que yo había visto jamás-. Eso es
lo que bebo la mayor parte del tiempo.
-Entonces, ¿usted finge que está
medio . .. ? Discúlpeme, señor –me di cuenta de lo que había dicho-, no era mi
intención ser. ..
El señor Raymond se rio, sin
sentirse en absoluto ofendido, y yo intenté plantear una pregunta discreta:
-¿Por qué hace lo que hace?
-Ah ... sí, ¿quieres decir por
qué finjo? Bueno, es muy sencillo –dijo él-. A algunas personas no .. . no les
gusta cómo vivo. Ahora bien, yo podría mandarlas al diablo, no me importa si no
les gusta. Digo que no me importa si no les gusta, pero no las mando al diablo,
¿comprendéis?
-No, señor -dijimos Dill y yo.
-Intento darles un motivo. Para
la gente todo es más fácil si tienen un motivo al que agarrarse. Cuando vengo a
la ciudad, que es pocas veces, si me tambaleo un poco y bebo de esta bolsa,
pueden decir que Dolphus Raymond no puede vivir sin el whisky ... y por eso no
cambia su modo de actuar. No puede
evitarlo, por eso vive de ese modo.
- Eso no está bien, señor
Raymond, fingir ser más malo de lo que ya es ...
- No está bien, pero es útil.
Entre nosotros, señorita Finch, no soy un gran bebedor, pero ya ve que ellos
nunca, nunca podrían entender que vivo como vivo porque es así como quiero
vivir.
Yo tenía la sensación de que no
debería estar allí escuchando a ese pecador que tenía hijos mestizos y no le
importaba quién lo supiera, pero me resultaba fascinante. Nunca me había
encontrado con un ser humano que deliberadamente perpetrara un fraude contra sí
mismo. Pero ¿por qué nos había confiado aquel gran secreto? Se lo pregunté
- Porque sois niños y podéis
entenderlo -dijo-, y porque le oí a él. -Señaló a Dill con la cabeza-. Su
esencia todavía no se ha pervertido. Cuando sea un poco mayor no sentirá
náuseas ni llorará.
En la imagen: The Ghost of Walker Evans on Vimeo
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