De Las dos muertes de Sócrates de Ignacio García-Valiño, p.26-27
En este ambiente festivo, Aspasia
no pudo evitar meter baza:
-.. -Y las mujeres, (tendrían
alguna representación en esa pequeña sociedad o sólo servirían para daros
hijitos?
Las risas cesaron de repente. La
inesperada intervención les hizo volverse hacia ella al mismo tiempo, como si
acabara de romper una valiosísima crátera. Se creó un incómodo silencio.
--Oh, disculpadla -se adelantó
Conno, forzando la sonrisa--. Es demasiado bisoña, pero fijaos qué bella.
-¿Qué has querido decir? -se
interesó Protágoras.
~Que la democracia debería contar
con nosotras -repuso ella.
--Eso también tendríamos que
someterlo a votación -dijo Aristófanes, para romper el hielo.
Pero nadie se interesaba ya por
tas bromas del comediógrafo. Los dos sofistas tenían la mirada puesta en ella como
si acabaran de escuchar una música milagrosa.
-.. -¿Y puedes darme una buena
razón para hacer eso? -inquirió Conno, molesto.
Aspasia miró directamente a
Pródico y respondió con mucha seguridad:
-Bueno, somos la mitad de la
población. Y es un error creer que hay suficientes varones capacitados.
Los sofistas quedaron gratamente
impresionados por este comentario.
-Es la idea más original que he
oído en mucho tiempo -sonrió Pródico.
-Y más cierta aún viniendo
precisamente de una mujer -dijo Protágoras.
Conno no supo qué decir. Se
sentía halagado, en cierto modo, por lo que le tocaba a él, pero también creía que
Aspasia se había excedido, y su comentario era ofensivo.
Preguntó su parecer a Aristófanes
y éste admitió que esa mujer extraordinaria le acababa de infundir la idea para
una futura comedia. Y tal comentario, que no era ninguna broma, fue saludado con
las carcajadas de Conno y Anito.
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