De matar a un ruiseñor de Harper Lee, p. 282-283
¿Sabes una cosa, Scout? Ya lo
tengo resuelto. He pensado mucho en ello últimamente y ya lo he resuelto. Hay
cuatro tipos de personas en el mundo,
las personas corrientes como nosotros y los vecinos, las personas personas como los Cunmi ngham que v1ven en
los bosques, las personas como los Ewell, del vertedero, y los negros de más allá en el condado
-¿y qué hay de los chinos, y los
cajunes de más allá, en el condado de Baldwin?
-Me refiero al condado de Maycomb
. El caso es que a las personas omo nosotros no les gustan los Cunnimgham, a
los Cunningham no les gustan lo s Ewell y los Ewell odian y desprecian a la
gente de color.
Le dije a Jem que, si era así,
por qué el jurado de Tom, formado por personas como los Cunningham, no absolvió
a Tom para molestar a los Ewell.
Jem descartó mi pregunta
considerándola infantil.
-Mira -me dijo-, he visto a
Atticus golpear el suelo con el pie siguiendo el ritmo de la música en la
radio, y le gusta un buen whisky como a cualquiera .. .
-Entonces, eso nos hace parecidos
a los Cunningham --dije-. No entiendo por qué la tía ...
-No, déjame terminar ... así es,
pero seguimos siendo diferentes. Atticus dijo una vez que el motivo de que la
tía esté tan obsesionada por la familia se debe a que lo único que tenemos es
nuestro abolengo y ni una sola moneda a nuestro nombre.
-Bueno, Jem, no sé ... Atticus me
dijo una vez que la mayoría de todo eso sobre la familia antigua es una
tontería, porque la familia de todo el mundo es tan antigua como la de los
demás. Le pregunté sí eso incluía a la gente de color y a los ingleses y él me
dijo que sí.
-El abolengo no significa familia
antigua --dijo Jem-. Creo que es cuánto tiempo la familia de uno sabe leer y
escribir. Scout, he pensado mucho en esto y es la única razón que se me ocurre. En algún lugar, cuando los Finch
estaban en Egipto, uno de ellos debió de haber aprendido uno o dos jeroglíficos
y se los enseñó a su hijo -Jem serio-. Imagínate a la lfa presumiendo de que su
bisabuelo sabía leer y escribir; las damas se sienten orgullosas de cosas
extrañas.
-Bueno, me alegro de que supiera,
pues, de lo contrario, ¿quién habría enseñado a Atticus y a los otros? Y si
Atticus no supiera leer, tú y yo estaríamos en una mala situación. No creo que
eso sea el abolengo, Jem.
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