De Matar a un ruiseñor de Harper Lee, p.177-178
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
Con mucha dificultad. Reanimado
por la comida, Dill comenzó su relato: Su nuevo padre, que le odiaba, lo había
atado con cadenas y abandonado en el sótano (en Meridian había sótanos) para
que muriera, pero había conseguido mantenerse con vida en secreto gracias a los
guisantes crudos que le daba un granjero que pasaba por allí y oyó sus gritos
pidiendo ayuda (el buen hombre metió una fanega entera, vaina por vaina, por el
respiradero), y finalmente se liberó arrancando las cadenas de la pared. Aún
con esposas en las muñecas, vagó durante unos tres kilómetros más allá de
Meridian, donde descubrió un pequeño circo de animales y lo contrataron para lavar
al camello. Viajó con el circo por todo Mississippi hasta que su infalible sentido
de la orientación le dijo que estaba en el condado de Abbott, Alabama, y que
Maycomb se encontraba al otro lado del río. El resto del camino lo hizo a pie.
-¿Cómo has llegado aquí?
-preguntó Jem.
Le había cogido a su madre trece
dólares del bolso, se había subido al tren de las nueve en punto en Meridian y
se había bajado en el Empalme de Maycomb. Había recorrido a pie quinée o
diecisiete de los veintiséis kilómetros que había hasta Maycomb, por fuera de
la carretera, entre los matorrales por si las autoridades le estaban buscando,
y había hecho el resto del camino enganchado a la parte trasera de un vagón de
algodón. Había estado debajo de la cama dos horas, creía; nos había oído en el
comedor, y el tintineo de los cubiertos sobre los platos casi le había vuelto loco.
Creyó que Jem y yo no nos iríamos a la cama nunca; había pensado en salir y
ayudarme a pelear con Jem, pues Jem era ya mucho más alto, pero sabía que el
señor Finch intervendría pronto, de modo que pensó que sería mejor quedarse
donde estaba. Estaba agotado, sucio hasta más no poder, y en casa.
-No deben saber que estas aquí
-dijo Jem-. Si te estuvieran buscando, lo sabríamos.
-Creo que aún están buscando en
todos los cines de Meridian. –Dill sonrió.
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