Ser el autor de la historia de tu
vida (inventarte tu pasado) o bien ser únicamente su narrador. Ofrecer una
historia bien tramada o bien contar la historia verdadera. El psicoanalista
como oyente de esa historia que presta un grado ideal de atención. Que oye y
analiza las resistencias del relato. La meta de la terapia: liberar la voz del
paciente y su imaginación narrativa.
J. M. C.: ¿Qué cualidades ha de
tener una buena historia (verosímil y hasta apasionante)? Cuando le cuento a
otra gente la historia de mi vida -y, lo que es más importante, cuando me
cuento a mí mismo la historia de mi vida-, ¿acaso debería intentar convertirla
en un artefacto bien construido, pasar a toda prisa por los momentos en que no
sucedió nada e intensificar el dramatismo de los momentos en que pasaron muchas
cosas, dar forma a la historia, crear expectación e intriga? O, al contrario,
¿debería ser neutral y objetivo y esforzarme por contar un tipo de verdad que
cumpliera con los criterios de un tribunal: la verdad, toda la verdad y nada
más que la verdad?
¿Qué relación tengo con la
historia de mi vida? ¿Soy su autor consciente o bien debo considerarme a mí
mismo una simple voz que va emitiendo con la menor interferencia posible un
torrente de palabras que brota de mi interior?
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