La educación que Flora Poste
recibió de sus padres había sido cara, deportiva y larga; y cuando murieron,
uno detrás del otro, en un período de pocas semanas debido a la epidemia anual
de la Gripe o Peste Española -lo cual aconteció cuando Flora tenía veinte
años-, la joven se reveló como poseedora de todas las arres y talemos
necesarios para ganarse la vida.
Siempre se había dicho que su
padre era un hombre acaudalado, pero
cuando falleció sus albaceas quedaron desconcertados al descubrir que era
pobre. Después de que se hubieran liquidado las deudas y se hubieran satisfecho
las demandas de los acreedores, su hija quedó con una renta de cien libras anuales,
y sin ninguna propiedad.
En cualquier caso, Flora heredó
de su padre una férrea voluntad y de su madre unas pantorrillas soberbias. La
primera no se había visto afectada porque Flora siempre había hecho lo que le había dado Ja gana, y las segundas
habían logrado salir indemnes de los violemos deportes atléticos en los que se
había visto obligada a participar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario