De Hoy he conocido a alguien de Milena Busquets, p. 118
La señora Verdi se levantó de
golpe.
-Discúlpame un instante. Voy a
buscar la grapa. El té ya no es lo adecuado.
Ginebra temió que quizá no
volviera, que le pareciera indigno andar con un hombre casado, que mandara a
Joaquín para que la despidiera y le indicara que no debía volver a poner los
pies en aquella casa.
La señora Verdi regresó a los
pocos minutos con la botella y dos diminutas copas talladas. Bebieron en silencio.
Ginebra ya se había arrepentido de haber re velado su secreto. Pero se sentía a
la vez feliz y desgraciada, desorientada y sola.
Ofelia apuró su copa, y la miró,
seria.
-Ginebra -le dijo-, la vida pasa
muy deprisa. Es un tópico y es cierto, aunque, por otra parte, suele dar tiempo
para todo. Pero bueno, la verdad es que pasa deprisa. El único consejo que te
puedo dar es que disfrutes, que lo pases bien. Te gusta y le gustas, sois dos personas
fabulosas, lo pasáis juntos de maravilla, y os queréis. No pienses más allá,
vive este momento. No le pidas a Norman lo que no te puede dar, y disfrutad de
lo que sí os podéis y os queréis dar. Es genial, vívelo. Uno se arrepiente a
menudo más tarde de las cosas que dejó pasar, que decidió no vivir. A menudo lo
que uno no vivió es lo que luego nunca olvida. ¿Lo entiendes, pequeña?
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