Antes de que Oona conociese a
Orson. Oona tenía un novio misterioso, un chico judío con una madre en Park
Avenue, Jerry Salinger. Quería ser escritor, y le escribió a Oona cartas de
diez páginas mientras estuvo en el ejército, en ultramar. Eran una especie de
cartas de amor, muy tiernas, tiernísimas. Lo cual es demasiada ternura. Oona
solía leérmelas y cuando me preguntó que pensaba, le dije que a mí me parecía
que debía de ser un chico que lloraba con mucha facilidad. Pero lo que quería
saber era si yo pensaba que era alguien brillante y con talento,, o nada más
que un imbécil. Y yo dije que las dos cosas, ese chico es las dos cosas, y unos
años más tarde, cuando leí El guardián entre el centeno y me enteré de que el autor
era el Jerry de Oona, seguí manteniendo la misma opinión.
-Yo nunca oí ninguna historia
extraña acerca de Salinger -confió Mrs. Cooper.
-Y yo no he oído acerca de él
nada que no sea extraño. Te aseguro que no es el típico chico judío de Park
Avenue.
-Bueno, en realidad no era acerca
de él, sino de un amigo suyo que fue a hacerle una visita en New Hampshtre.
Salinger vive allí, ¿no? ¿En una de esas granjas perdidas? Bueno, esto fue en
febrero, y hacía un frío horrible. Una mañana echaron en falta al amigo de
Salinger. No estaba en su dormitorio ni en ninguna parte alrededor de la casa.
Al final le encontraron perdido en las profundidades de un bosque nevado. Yacía
en la nieve, envuelto en una manta y sujetando una botella de whisky vacía. Se
había matado bebiendo whisky hasta quedarse dormido y morir congelado.
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