Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 489. CUERPOS SECRETOS / ALONSO CUETO

Lourdes baja las escaleras, recoge el llavero y sale en dirección al auto. El mundo es un hechizo, piensa. Los árboles, la pista, el mediodía gris.
Enciende el motor. La pista se mueve. Los postes desaparecen,  como emblemas del pasado.
Conoce la ruta, pero ese día le parece tan extraña.
Va avanzando. En la avenida, la línea de cables y de árboles, el cortejo de microbuses, el temblor colgante de los semáforos: campanas tocando en una ceremonia del fin del mundo.
Sigue. Recuerda que la esperan en un colegio.
Golpea el timón. Debe dar un discurso. Es un encargo
de su marido, Pepe. Donar computadoras, hablar con los alumnos, ser amable con los profesores que la esperan.
Hay otro semáforo. Se detiene. Siente frío: está obligada a ir, tiene que hablar, hacer la donación que le han pedido.
Claro que podría desviar el camino y no ir al colegio. Podría salir de la carretera, y llegar a un parque o a un bosque, un bosque oscuro como ese que ve a la derecha, podría romper el muro, hundirse en ese follaje de árboles, y correr por debajo de la tierra, hacer una vida a escondidas, en algún lugar.
La luz verde. Una procesión de autos se pone en marcha. Pasa junto a un parque, una avenida, una fila de microbuses.

A la derecha, un terreno de piedras; a la izquierda, una pared, unos árboles rotos. 

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