De El impostor de Jabier Cercas Me gustaría responder sí.
Respondo: sí, aunque sólo en parte. Marco se inventó un pasado (o lo adornó o
lo maquilló) en un momento en que alrededor de él, en España, casi todo el mundo
estaba adornando o maquillando su pasado, o inventándoselo; Marco reinventó su
vida en un momento en que el país entero estaba reinventándose. Es lo que
ocurrió durante la transición de la dictadura a la democracia en España. Muerto
Franco, casi todo el mundo empezó a
construirse un pasado para encajar en el presente y prepararse el futuro. Lo
hicieron políticos, intelectuales y periodistas de primera fila, de segunda
fila y de tercera fila, pero también
personas de todo tipo, personas de a pie; lo hizo gente de derechas y gente de
izquierdas, unos y otros deseosos de demostrar que eran demócratas desde
siempre y que durante el franquismo habían sido opositores secretos, malditos
oficiales, resistentes silenciosos o antifranquistas durmientes o activos. No
todo el mundo mintió con la misma pericia o descaro o insistencia , por
supuesto, y pocos llegaron a inventarse del todo una nueva identidad; la
mayoría se limitó a maquillar o adornar su pasado (o a desvelar por fin una
intimidad miedosamente velada u oportunamente oculta hasta entonces). Pero,
hiciera lo que hiciera, todo el mundo lo hizo con tranquilidad, sin desazón
moral o sin demasiada desazón moral, sabiendo que a su alrededor todo el mundo
estaba haciendo más o menos lo mismo y que por lo tanto todo el mundo lo
aceptaba o lo toleraba y nadie estaba muy interesado en hacer averiguaciones sobre
el pasado de nadie porque todo el mundo tenía cosas que ocultar: al fin y al
cabo, a mediados de los años setenta el país entero cargaba a cuestas con
cuarenta años de dictadura a la que casi nadie había dicho No y casi te habían
dicho Sí, con la que casi todos habían colaborado fuerza o por gusto y en la
que casi todos habían prosperado. una realidad que intentó esconderse o
maquillarse o adornarse como Marco había adornado o maquillado o escandid ido
la suya, inventando un ficticio pasado individual y colectivo, un noble y
heroico pasado en el que muy pocos españoles habían sido franquistas y en el
que habían sido resistentes o disidentes antifranquistas muchos que no habían
movido un dedo contra el franquismo o habían trabajado codo a codo con él.
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