De La parte inventada de Rodrigo Fresán, p. 76-77
* «¿Momento más escalofriante y
emocionante de mi vida como lector? Muchos. Pero tal vez el que mejor recuerdo
es el de alcanzar las últimas páginas del último volumen de En busca del tiempo
perdido y, luego de una inesperada, infrecuente separación de párrafos, leer
que el narrador/autor Marcel nos confiesa, casi incómodo pero
orgulloso:"Lo que yo quería escribir era otra cosa, otra cosa más larga y
para más de una persona. Más larga de escribir". Y, claro, Proust se refiere
alli exactamente a eso que estamos leyendo donde nos dice que aspiraba a otra
cosa. Toda la historia -no de la literatura pero sí de los escritores- en una
línea, en una línea breve.
* Más: «0 aquel otro momento, en
The Ambassadors de Henry James. Ese
"Live all you can ... Live, live!" con el que, en Francia, el
viajero y enviado en una supuesta misión de rescate, el maduro pero no muy
experimentado Lambert Strether, de pronto siente que lo comprende todo. Y que
ya nunca podrá volver a ser quien fue, aunque ya no le quede mucho de vida para
intentar ser otro. Como consejo, convengámoslo, no es mucho más profundo o
sabio de lo que solemos encontrarnos en las tripas de una galleta de la
fortuna. Pero en el centro de una novela de James, una de sus últimas novelas, esa
orden y pedido casi desesperado, adquiere otro peso y resonancia. Para decirlo
de otro modo: uno de esos instantes en que la literatura, desde el acto mismo
de hacer literatura, se da cuenta de
cosas que la vida no alcanza ni jamás alcanzará a comprender por sí sola. De
ahí la importancia y la existencia de la literatura. La buena ficción -si
sabemos aprovecharla- es un manual de instrucciones para nuestra no-ficción
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