Tan poca vida, Hanya Yanagihara, p. 479
El axioma de la igualdad afirma
que x siempre es igual a x; parte de la premisa de que si tienes un objeto
conceptual llamado x, siempre debe ser equivalente a sí mismo, hay una
singularidad en él y está en posesión de algo tan irreducible que debemos dar
por hecho que es absoluta e inalterablemente equivalente a sí mismo todo el
tiempo, que su elementalidad no se puede alterar. Sin embargo, es imposible
demostrarlo. “Siempre”, “absolutos”, “nunca”; estos son los términos que, como
los números, componen el mundo de las matemáticas. No a todo el mundo le gusta
el axioma de la igualdad -en una ocasión el doctor Li lo tachó de tímido y
remilgado, un baile de abanicos en versión axioma-, pero Jude apreciaba cuán
elusivo que era, cómo la belleza de la ecuación siempre se vería quebrantada
por los intentos de demostrarla. Era la clase de axiomas que podía hacerte enloquecer
o consumirte, que con facilidad podía absorber tu vida entera.
Sin embargo, ahora sabe hasta qué
punto es cierto el axioma, porque él ha experimentado la demostración consigo
mismo, con su propia vida. Ahora comprende que la persona que fue siempre será
la persona que es. Tal vez haya cambiado el contexto, Sí, ahora vive en ese
piso, tiene un trabajo bien remunerado que le gusta, tiene padres y amigos a
los que quiere. Tal vez sea respetado y, en el juzgado, quizá incluso temido.
Pero, en esencia, es la misma persona, una persona que inspira aversión, una
persona que ha nacido para ser aborrecida. Y en ese microsegundo en el que se encuentra
suspendido entre el éxtasis de volar y la expectativa del aterrizaje, que le
consta que será terrible, sabe que x siempre será igual a x, con independencia
de lo que haga, de los años que hayan transcurrido desde que dejó el monasterio
y al hermano Luke, de todo el dinero que gane o del esfuerzo que haga por
olvidar el pasado. Esto es lo último que piensa al caer sobre el hormigón y fracturarse
el hombro. Por un instante el mundo le ha sido felizmente arrebatado: x = x,
piensa, x = x, x = x.
2 comentarios:
Por lejos, mi pasaje favorito de todo el libro. Totalmente de acuerdo con lo que señalan estas líneas...
Muchas gracias
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