De El mal de Montano de Vila-Matas, p. 222
Hace unos días, recién llegado
yo a esta ciudad con Rosa, él se quedó perplejo cuando supo que no tenía
preparado nada para decir aquí esta noche, y me dijo: “¿Y qué vas a hacer entonces? Estarte callado? Haz verbo en el
tesoro del silencio.”
Hago verbo. Y hago teoría y les digo que
comparto con el monsieur la idea de que el mundo ya no puede ser recreado como
en las novelas de antes, es decir, desde la perspectiva única del escritor. El
monsieur y yo creemos que el mundo se halla desintegrado, y sólo si uno se
atreve a mostrarlo en su disolución es posible ofrecer de él alguna imagen verosímil.
Hago verbo, pues, y anuncio que,
por culpa del monsieur, mi relación con Rosa hace ya tiempo que dejó de ser estable.
También por culpa del monsieur ahora ustedes, viéndome, tal vez piensen en
Fausto, Drácula o el Quijote. No sé si es muy buena esa idea suya, no sé si
debo agradecérselo. Pero hago verbo mientras tanto y también conferenciateatro y
voy caminando y, guiado por el azar de la mente del monsieur, veo cómo en el
fondo se va construyendo sola, a su aire, con ritmo y misterio, la teoría.
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