De Ve y pon un centinela de Harper Lee, p. 130-131
Con el transcurso del año,
comenzó a sentarse cada vez con más frecuencia con las chicas bajo el árbol
durante el recreo. Se sentaba en medio del grupo, resignada a su suerte, pero observaba a los chicos jugar sus partidos de
temporada en el patio de la escuela. Una mañana que llegó tarde, vio que las
chicas se estaban riendo con más misterio del habitual y exigió saber el
motivo.
-Es Francine Owen -dijo una de
ellas.
-¿Francine Owen? Ha fa1tado un
par de días -observó Jean Louise.
-¿Sabes por qué? -preguntó Ada
Belle.
-No.
-Es su hermana. Los servicios
sociales se han hecho cargo de las dos. Jean Louise dio un codazo a Ada Belle,
que le dejó sitio en el banco.
-¿Y qué le pasa?
-Que está embarazada, ¿y sabes
quién ha sido? Su padre.
-¿Qué es estar embarazada?
-preguntó Jean Louise.
Se oyó un gruñido en el corro de
chicas.
-Va a tener un bebé, boba -dijo
una de ellas.
Jean Louise asimiló la
información y preguntó:
-Pero, ¿qué tiene su padre que
ver con eso?
Ada Belle dio un suspiro.
-Que es el papá.
Jean Louise se rio.
-Vamos, Ada Belle ...
-Es cierto, Jean Louise. Me
apuesto algo a que, si Francine no está embarazada, es porque todavía no ha
empezado.
-¿Empezado a qué?
-A menstruar --contestó Ada Belle
con tono impaciente-.
Apuesto a que lo ha hecho con las
dos.
-¿El qué? -Jean Louise estaba ya
totalmente perpleja.
A las chicas les dio un ataque de
risa.
-No sabes nada, Jean Louise Finch
-dijo Ada Belle-. Lo primero es que . .. que ... y, luego, si lo haces después
.. . después de empezar, entonces tienes un bebé, seguro.
-¿Hacer qué, Ada Belle?
Ada Belle miró al corrillo y
guiñó un ojo. -Bueno, lo primero que hace falta es un chico. Luego él te abraza
fuerte, respira con mucha fuerza y entonces te da un beso a la francesa. Eso es
cuando te besa, abre la boca y te mete la lengua ...
Un pitido en los oídos impidió a Jean
Louise escuchar el resto del relato de Ada Belle. Sintió que la sangre
abandonaba su cara. Le sudaban las palmas de las manos e intentó tragar saliva.
No iba a irse. Si se iba, las demás se darían cuenta. Se puso de pie y trató de
sonreír, pero sintió que le temblaban
los labios. Cerró la boca con fuerza y apretó los dientes.
- . .. y eso es todo. ¿Qué pasa,
Jean Louise? Estás blanca como un fantasma. No te habré asustado, ¿verdad? -Ada
Belle mostró una sonrisa de superioridad.
-No -respondió--. Es que no me
encuentro muy bien. Creo que me voy dentro. Rezó por que no se dieran cuenta de
que le temblaban las rodillas cuando cruzó el patio. En el aseo de chicas, se
apoyó en el lavabo y vomitó. No había duda: Albert había sacado la lengua.
Estaba embarazada.
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