De La isla de la infancia de KO Knausgrad, p. 180
-¡Y una vez una vaca me meó
encima!
Miré a mi alrededor y acogí con
entusiasmo las risas que siguieron. La señorita no dijo nada, dio la palabra a
otro niño, pero por la cara que puso vi que no me creía. Cuando todos los que
querían decir algo lo hubieron dicho, nos leyó un trozo de nuestro libro de
texto sobre Ola-Ola Heia. Luego nos preguntó sobre lo que nos había leído,
ignorándome por completo, hasta que sonó
el timbre. Entonces me pidió que esperara un momento.
-Karl Ove --dijo-, espera un
poco, tengo que hablar contigo.
Me quedé junto a su mesa mientras
los demás salían corriendo. Cuando nos quedarnos solos, se sentó en el borde y
me miró.
-No todo lo que sabemos de los
demás se puede decir --dijo-, como por ejemplo lo que has dicho sobre el padre
de Leif Tore. ¿No crees que Leif Tore se sentirá apenado por eso?
-Sí -dlije.
-Él no quiere que lo sepan los
demás. ¿Lo entiendes?
-Sí --dije, y me eché a llorar.
-Hay algo que se llama vida
privada -prosiguió ella-. ¿Sabes qué es eso?
-No -contesté, lloriqueando.
-Es todo lo que ocurre en casa,
en la mía, en la tuya, en la de todos. Si uno ve lo que ocurre en otras casas,
no siempre es bueno contárselo a los demás. ¿Lo entiendes?
Dije que sí con la cabeza.
-Bien, Karl Ove. No estés triste.
Tú no lo sabías. ¡Pero ahora ya lo sabes! Ya puedes irte.
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