El plural es una lata, J. Benito Fernández p. 56
Con fecha 25 de mayo de 1951
Benet atesora Gambito de caballo, con prólogo de Max Dickmann, editado por Emecé
(Buenos Aires), con una supuesta dedicatoria de Faulkner en Jefferson: «To Juan
Benet with affection from William Faulkner” Juan escribe a lápiz en un cuaderno
sobre su referente literario y luego pasa y amplía esas notas a máquina:
«William Faulkner”, texto prolijo e informado sobre el de New Albany, Misisipi,
donde llama la atención lo temprano de sus conocimientos en un país
culturalmente desértico. Con qué finura disecciona elementos descriptivos y
expresivos como el espacio o el tiempo, en todos sus sentidos. Cómo encumbra los
ocultamientos de Faulkner, el no decir, ese gran recurso de su arte. Pero Benet,
muy influido por la lectura de La rama dorada, de sir James Frazer, empieza a
escribir una novela titulada «El guarda”. Como en la obra de Frazer -el
vigilante del bosque de la diosa Nemi, en el Lazio-, el protagonista es el
guardián, un enamorado del monte que cuida y defiende los límites de una finca;
corta el paso a los intrusos y los disuade. Se llama Numa, como el sabio rey de
Frazer. De la lectura del clásico latino Publio Papinio Estado le surge el
nombre de Región. Entonces Benet idea el escenario ficticio, quizá simbólico,
para moverse a placer, para hacer lo que le viene en gana.
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