Hotel Biltmore, bar de la segunda
planta
Phoenix, Arizona
1.00 h
Esto no puede pasar aquí.
Lleva noventa minutos en el bar;
han entrado y salido una docena de hombres que, tras ahogar sus penas y cerrar
algún negocio, se van directos a la cama.
Tiene cuatro vasos de whisky
delante: todos diferentes, ninguno vacío.
En una esquina hay un televisor
encendido, sin sonido, el busto parlante encargado de hacer el análisis a
posteriori estará en pantalla toda la noche. En la otra esquina, junto a la
ventana, una pareja se morrea como si no hubiera un mañana. Y en mitad de la
barra hay un chiflado que no para de mover con el pulgar la ruedecita de un
Zippo, provocando chispas con el pedernal. «A prueba de viento», dice cada vez
que prende la gasolina. «A prueba de viento.»
-Soy tan responsable como el que
más -le comenta el Pez Gordo al barman-. Aunque sea por humildad, un hombre
tiene que asumir la responsabilidad de sus fracasos.
-Suena como un acusado
declarándose culpable -le dice el barman.
-Soy culpable.
-Nadie es profeta en su tierra,
ningún médico atiende a sus propios familiares.
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