Pío Baroja, Eduardo Mendoza, p. 59
Pío Baroja trató de exiliarse a
América, pero no lo consiguió. Se sentía viejo, enfermo y desalentado, y
regresó a España en 1937. Para ser admitido tuvo que pagar un alto precio.
Permitió que se publicara una selección de sus opiniones más virulentas contra
los comunistas, los masones y los judíos, y juró fidelidad al nuevo régimen, cosa
que, según cuentan, hizo con la mezcla de sorna y zafiedad que le eran propias.
Preguntado por el conde de J ordana si juraba ser leal a España y la tradición
cristiana representada por el Caudillo, respondió: "Lo que sea
costumbre".
En otra ocasión, estando en Vera
la familia Baroja, se presentó allí un brigada de la Guardia Civil para
verificar la autorización con la que Pío Baroja había regresado a España. Una
vez comprobados los documentos pertinentes, el guardia civil le preguntó:
"¿Y cómo andamos de religión?".
A lo que Pío Baraja, un tanto inquieto, pero incapaz de resolver la papeleta
mediante una mentira, respondió: "Pues bastante medianamente". Al
relatar esta anécdota, Julio Caro comenta: "Cuando un brigada de la
Guardia Civil tiene autoridad para preguntar a un escritor famoso, de cerca de
setenta años, cómo anda de religión, en el país que eso ocurre ha debido de
ocurrir algo gravísimo"."
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