Sexual personae, p. 193
Las jerarquías renacentistas
aparecen dramatizadas en el atronador apogeo de la Autobiografía de Benvenuto
Cellini (1562). Este artista es una de las grandes «personas del sexo» del
Renacimiento, un héroe de la cultura y hacedor de maravillas. Antes de él, los
escultores y los pintores, siendo como eran trabajadores manuales, habían sido considerados
siempre inferiores a los poetas. En todas las culturas, salvo en la griega, no
eran sino simples artesanos, como el carpintero o el fontanero de nuestros
días. El bronce del Perseo de Cellini se forja en una tormenta wagneriana de
voluntad occidental. El artista ataca por tierra, aire, agua y fuego. Apila
madera, ladrillo, hierro, cobre; cava un foso; tira de las sogas. Modela a su
héroe en arcilla y cera. Desarrolla una energía sobrehumana, hasta que la
fiebre termina por abatirlo. Cellini se encama en una especie de «couvade»
ritual, mientras Perseo lucha por nacer. El metal fragua y ha de ser resucitado
de entre los muertos. Finalmente, el artista, transfigurado por el éxtasis creativo,
gritando, blasfemando, vence todos los obstáculos y consigue traer a Perseo al
mundo en una explosión, «Una tremenda llamarada», parecida a un relámpago.
Cellini ha hecho un «milagro>>, ha triunfado gracias a una combinación sobrehumana de fuerza masculina y femenina.Entonces
se instaló la escultura de Perseo en una plaza pública. Al destaparla en la
ceremonia de inauguración, el gentío lanzó “gritos de entusiasmo infinito».
Docenas de sonetos son pegados a panegíricos escritos por doctos profesores. El
duque pasa escondido tras las ventanas del palacio oyendo las exclamaciones de admiración
de los ciudadanos. Este emocionante episodio demuestra el potencial que tiene
la colectividad en ciertos momentos privilegiados de la historia. El
Renacimiento hizo arte público, uniendo
las clases sociales en una emoción común. Una figura en un podio; el entremezclarse
de los nobles, los intelectuales, la plebe: uno píensa en la diversidad del público de Shakespeare en el
Globe Theatre. Una obra de arte contemporánea que provocara gritos de
admiración en una multitud socialmente mezclada es impensable. Nuestro único
equivalente se encuentra en el cine, por ejemplo, el estreno en Atlanta de Lo
que el viento se llevó. Cellini ilustra las diferencias nacionales en la forma renacentista:
en Italia, el objet d'art; en Inglaterra, el teatro.
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