Sexual Personae (Las personas del
sexo) intenta demostrar la unidad y la continuidad de la cultura occidental,
algo en lo que apenas nadie cree desde el periodo anterior a la primera guerra
mundial. El libro acepta la tradición canónica occidental y rechaza la idea de
que la cultura se ha colapsado y dividido en fragmentos carentes de
significado. Yo defiendo la idea de que el judeocristianismo no llegó a
eliminar el paganismo, que sigue floreciendo en el arte, el erotismo, la
astrología y la cultura pop. El primer volumen de Sexual Personae examina la
Antigüedad, el Renacimiento y el Romanticismo, desde los años finales del siglo
XVIII hasta 1900. Mi tesis es que el Romanticismo no tarda en convertirse en el
Decadentismo que yo detecto en muchos de los grandes autores del XIX, incluida
Emily Dickinson. El segundo volumen demostrará cómo el cine, la televisión, los
deportes y el rock han hecho suyos todos los temas de la Antigüedad clásica. Mi
planteamiento en toda la obra es el de combinar diversas disciplinas: la
literatura, la historia del arte, la psicología y la religión.
¿Qué es el arte? ¿cómo crean los
artistas? ¿y por qué? La mayor parte de la crítica académica ha tendido a
ignorar o a embellecer la inmoralidad, la agresividad, el sadismo, el voyeurismo
y la pornografía presentes en el arte. Yo relleno el hueco entre el artista y
la obra de arte con metáforas inspiradas en la Cambridge School of Anthropology.
Mi mayor ambición es fusionar a Frazer y a Freud.
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