Los elementos habituales de
nuestra sociedad y de nuestra historia han sido, durante siglos, los payeses y
los marineros, y, naturalmente, sus parásitos (comerciantes, propietarios,
nobles). También hubo, claro está, un estamento industrial, pero este estamento
no adquirió relevancia hasta la época moderna, cuando empezó la
industrialización del país en mayor o menor escala.
A estos elementos básicos de
nuestra sociedad hay que añadirles otro: los curas y los frailes o, si lo prefieren,
los frailes y los curas. Este país siempre ha tenido facilidad para
producirlos. Se puede, creo, afirmar que este país siempre ha tenido los
frailes y los curas que ha necesitado. En términos generales, los ha tenido en
abundancia. Es más: este país da la impresión de que habría podido tener, en
cualquier momento, muchos más frailes y curas de los que ha tenido, a juzgar
por la cantidad de personas, incluso en el círculo de vuestras amistades, que
por la estricta modalidad de su espíritu y sensibilidad no se explican por qué
no lo han sido.
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