SPQR, Mary Berad, p. 151
En gran parte, las Doce Tablas
afrontan problemas domésticos, con especial hincapié en la vida familiar,
vecinos molestos, propiedad privada y muerte. Establecen procedimientos para el
abandono o matanza de bebés deformes (una práctica corriente en toda la
Antigüedad, conocida eufemísticamente por los eruditos modernos como
«exposición»), para las herencias y para la correcta realización de los
funerales. Cláusulas especiales prohíben a las mujeres arañarse las mejillas en
señal de duelo, levantar piras funerarias demasiado cerca de la vivienda de
otras personas Y enterrar oro, a excepción del oro dental, con el cuerpo. Los
daños delictivos y accidentales constituían otra preocupación evidente. Aquel
era un mundo en el que la gente se preocupaba por cómo lidiar con el árbol del
vecino que colgaba sobre su propiedad (solución:
tenía que cortarse hasta una determinada altura) o con los animales del vecino
que corrían sin control (solución: tenía que repararse el daño o entregar el
animal). Se preocupaban por los ladrones que entraban en las casas por la
noche, delito que se castigaba con mayor dureza que el robo de día, por los vándalos
que destruían las cosechas o por armas incontroladas que accidentalmente herían
a un inocente. No obstante, en caso de que todo esto resulte demasiado
familiar, era también un mundo en el que la gente se preocupaba por la magia.
¿Qué había que hacer si algún enemigo embrujaba tu cosecha o te lanzaba un
hechizo? Por desgracia, el remedio se ha perdido.
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