El negociado del ying y el yang, Eduardo Mendoza, p. 256
Con la desaparición de la
censura, los medios de comunicación no sólo eran un manantial caudaloso de
información, sino el foro donde todos los temas de actualidad, del más
trascendental al más nimio, eran debatidos de un modo apasionado y exhaustivo.
La prensa era el reflejo de la opinión pública y por esta causa, su fuerza y su
influencia eran enormes. Pero su función no acababa ahí: en la etapa febril por
la que atravesaba el país y por contraste con la ponderación y el recato que
habían imperado hasta hacía poco, todo debía mostrarse sin tapujos. Al destape
corporal que inundaba los medios se unía otro personal, verdadero o fingido,
que no dejaba rincón oscuro por remover.
Después de tantos años de
estrechez y silencio, ningún recodo de la verdad podía quedar sin explorar. Y
en aquel terreno, un pardillo timorato como yo no tenía nada que hacer. Después
de mucho reflexíonar, un día me sobrepuse a la apatía en que vivía sumido y
decidí pedir ayuda a un antiguo conocido para el que había trabajado, al menos
nominalmente, cuando dirigía la revista Gong, antes de irme a vivir a Nueva York.
Marc Riera tenía el mismo
domicilio y se avino a recibirme en su casa. Una vez allí, desplegó su habitual
cordialidad y su desconcertante labia.
Antes de entrar en materia me
sirvió un Macallan 12 años: era lo único
que se podía beber en aquel país de orujo y cazalla, según dijo. A
continuación, yo le puse al corriente de mi situación, sin entrar en detalles,
él me escuchó distraídamente y luego guardó un largo silencio antes de iniciar
su alocución.
-Te hablaré claro, Rufo. Si lo
que quieres es trabajar y ganar un sueldo decente, te has confundido de
coordenadas. Ahora bien, si lo que quieres es hacerte rico sin dar un palo al
agua, éste el momento justo y el lugar adecuado. Para eso, fíjate bien, lo
primero que has de hacer es borrar de tu cabeza los parámetros económicos y
pensar sólo en términos de mercado. El mercado dice: por aquí; pues por aquí.
¿Por allá? Lo mismo. Olfato financiero: ése es el quid de la cuestión.
-Ya, pero en mi caso particular
...
-De eso precisamente te estoy
hablando. Tú aquí estás como pez fuera del agua. Te fuiste de un país y has
vuelto a otro. En la España de hoy, la de Su Majestad el Rey Juan Carlos, sólo
trabajan los tontos.
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