Mauricio o las elecciones primarias, Juan Villoro, p, 53
-Precisamente. El partido
socialista es el partido de los fracasados y los zascandiles como nosotros.
Primero quisimos hacer la revolución y al final nos hemos quedado con el Estado
del bienestar. Yo voto socialista, por supuesto; los demás son peores. Incluso
es posible que el PSOE vuelva a ganar. Pero como ganará por el voto de los
inútiles, lo seguirá haciendo fatal y durará poco. Bebió un sorbo de cerveza y
continuó: El partido socialista se basa en la falta de ideales. Ni la santa
tradición ni la revolución permanente. Sólo gestión y distribución. Poco
estimulante, salvo que sea novedoso, como en España. Todo nos parece bien
comparado con lo que hemos tenido. Pero cuando nos acostumbremos, veremos que
detrás de la práctica diaria no hay nada. Peor aún: le veremos las
interioridades al partido y no nos gustarán. Un gobierno sin ideología ha de
mantener un nivel muy alto de eficiencia y de honradez, y eso no está al
alcance de nadie. En cuanto hayan puesto la casa en orden y la gente vea que
poco o nada cambia, vendrán las viejas retóricas y los harán a un lado.
Embarcarse con ellos es ir de cabeza al fracaso. Esto por lo que se refiere a
los socialistas en general. Aquí el panorama es aún peor. Cataluña es
ingobernable. Durante siglos hemos funcionado a nuestro aire, sin estamento
político, y no estamos preparados para encajar en una estructura de poder.
Estamos acostumbrados a vivir en la periferia de un Estado incompetente y a
sobrevivir a base de pactos secretos, acuerdos tácitos y chanchullos disimulados,
bajo el velo de un nacionalismo sentimental,
autocompasivo y autocomplaciente. En Cataluña la política es un circo de pulgas
para un público embrutecido por el fútbol y el virolai. Jordi Pujol entiende la
situación y por eso gana y volverá a ganar. Su partido no es tal partido, sino
una asociación de hombres de negocios que dirigen el país como lo que es: un
negocio.
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