El testigo, Juan Villoro, p. 273
-¿Se ha preguntado por qué Jesús
resucitó ante unos cuantos? Si lo hubiera hecho ante todos, en forma
categórica, no habría dudas del prodigio. Escogió a unos cuantos testigos. ¿Por
qué?
-Supongo que me lo va a decir.
-Me interesa mucho la idea del
dios oculto. Jesús no se hace evidente, no para todos, así convierte la fe en
algo especulativo: «Bienaventurados los que creen sin haber visto.» Ese ocultamiemo
es lo que da fuerza a la libertad de creer; ante la falta de una certeza
absoluta, podemos tener fe o no tenerla, debemos elegir. Seda muy fácil creer
lo obvio.
-0 vivir sin todas esas
complicaciones.
-Tiene razón. La fe es un
problema voluntario. Nuestro Ramón estaría de acuerdo. No sé hasta qué punto
llegó a reflexionar en esto, pero ya Dostoievski había tratado el tema con una
claridad canija. Seria muy aburrido tener fe en un mundo resuelto; el enigma de
la creación es que no ha terminado, somos parte del borrador y tenemos que
decidir; a veces la aceptación piadosa y la libertad se oponen; fue lo que el
poeta experimentó de manera ejemplar. ¿Qué sentido tiene estar aquí? ¡Acaban de
matarle a un amigo, don Julio! La creación no está saliendo muy bien, que
digamos, y le voy a decir otra cosa: tengo miedo de que Félix Rovirosa la
empeore otro poquito. Cuando él me habla de revelar misterios en horario triple
A, recuerdo las bondades del dios oculto. ¿Qué le parece esta prédica de
banqueta?
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