De Doble pareja de John Irving, p.91 (Contraseñas)
-Claro que yo tengo la impresión
-dijo- de que Severin siempre está en erección.
Eso desató una ligera tensión que
se instaló, como un campo eléctrico, en el pequeño espacio de la cama que nos
separaba. Me eché a reír y dije algo que me pareció divertido.
-Bueno, supongo que entre medias
se le bajará o se le reblandecerá un poco, y tú no te habrás dado cuenta, Utch.
-No.
-¡Por amor de Dios, Utchl
--exclamé, completamente despabilado-. Si no se le baja, es que no se corre.
-Y tú dices que Severin hace
muchas preguntas. Dices que a Edith le hace demasiadas.
Es cierto, lo sabía, no deben·
hacerse demasiadas preguntas . Pero insistí.
-¿Se corre, Utch? ·
-Sí -contestó al cabo de un largo
silencio.
-Contigo, en cualquier caso -me
vi obligado a decir por alguna razón.
Utch se movió y me cogió con la
mano. En el contexto de su conversación, me sentí avergonzado de no estar
particularmente en erección en aquel momento. Me retuvo un poco y luego me soltó.
Era su manera de decirme buenas noches. Y juntos logramos ese silencio
práctico, la especie de sabiduría que sólo se adquiere al cabo de varios años
de un buen matrimonio. Fingimos estar dormidos hasta que lo estuvimos de
verdad.
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