De Ensayos & Discursos de WFaulkner, p. 202 (publicado en Harper's 1955)
Lo que hizo ese poder medieval de
caza de brujas llamado Libertad de Prensa, que en cualquier cultura civilizada debe
ser aceptado como ese dedicado paladín a través de cuya inflexible rectitud
debe prevalecer la justicia y tener lugar la misericordia, no fue exactamente
aprobar y amparar que los propios parientes del criminal fuesen eliminados de
la faz de la tierra como expiación por su crimen? Y si él era inocente como
dijo ser, ¿en qué crimen participó ese mismo campeón del débil y del oprimido?
O (por repetir) no el artista.
América todavía no ha encontrado un sitio para aquel que lidia sólo con cosas
del espíritu humano excepto para usar su notoriedad para vender jabón o
cigarrillos o plumas estilográficas o para anunciar automóviles y cruceros y hoteles
en complejos turísticos, o (si se le puede enseñar a contorsionarse lo
suficientemente rápido como para alcanzar los estándares) en la radio o en las
películas donde puede producir suficientes
tasas de beneficios para merecer atención. Pero el científico y el humanista,
sí: el humanista en ciencia y el científico en la humanidad del hombre, quienes
aún deberían salvar esa civilización que los profesionales en salvarla -los
editores que apoyan su propio engorde sobre la lujuria y la lascivia del
hombre, los políticos que apoyan su propio tráfico sobre su estupidez y su
codicia, y los hombres de iglesia que apoyan su propio comercio sobre el miedo
y la superstición- parecen estar demostrando que no pueden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario