De Todo lo que hay de James
Salter, p.219-220
Permanecieron un rato en
silencio. -Todo es muy complicado -dijo Beatrice-. Me cuesta mucho hacer las
cosas. No sé por qué. Cuando morimos -añadió-, ¿qué crees que pasa?
-No vas a morir.
-Ya lo sé, pero ¿qué crees que
pasa?
-Algo maravilloso.
-Oh, Philip, sólo tú podrías
decir una cosa así. ¿Sabes lo que creo?
-¿Qué?
-Que al final ocurre lo que
piensas que va a ocurrir .
Bowman admitió que eso era
cierto.
-Sí, tienes razón. ¿Y qué piensas
que va a ocurrir?
-Me gustaría creer que voy a
estar en un sitio muy hermoso.
-¿Como cuál?
Beatrice vaciló.
-Como Rochester -dijo, y se echó
a reír.
Su capacidad de atención se
redujo cuando le dieron el alta, sólo se hallaba en la realidad durante breves
períodos. También empezó a sentir miedo. A Dorothy le costaba mucho hacerse
cargo de su hermana y todo indicaba que las cosas iban a empeorar. La idea de
internar a su madre en una residencia repugnaba a Bowman, equivalía al
abandono. En las residencias acababan los ancianos a quienes nadie quería
cuidar. Una vez allí no tenían nada, tan sólo esperaban o arrastraban los pies
por los pasillos o cabeceaban inertes transportados en silla de ruedas. Y así
pasaban los años. Beatrice podía estar exhausta, deprimida, pero no era como ellos.
Se había hecho mayor, pero nunca acabaría de esa manera. Eso era peor que la
muerte. Como ella le había dicho, ocurre lo que piensas que va a ocurrir. Y
eres tú mismo hasta el final, hasta el último instante. En una residencia, todo
lo que uno cree queda atrás.
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