De Cartas escogidas de William
Faulkner, p. 468
Estoy trabajando en el libro
grande ... Ahora sé –créame ahora- que esta puede ser mi última obra
importante, ambiciosa; habrá cosas cortas, naturalmente. Ahora sé que estoy
llegando al final, al fondo del barril. El material todavía es bueno, ahora sé
que ya no queda mucho más, ahora un pequeño
poso emerge constantemente y hay que filtrarlo. Y ahora, por fin, tengo cierta
perspectiva sobre todo lo que he hecho. Quiero decir, el trabajo independientemente
de mí, el trabajo que hice, separado de lo que soy ... Y ahora me doy cuenta
por primera vez del maravilloso don que se me concedió: sin educación en el
sentido formal, sin ni siquiera ser muy literato, solo, haber hecho las cosas
que hice. No sé de dónde vino. No sé por qué Dios o los dioses o quienquiera
que sea me eligió a mí para ser el receptáculo. Créame, este no es humildad,
falsa modestia: es simplemente asombro. Me pregunto si ha reflexionado usted
alguna vez sobre la obra y el aldeano que conoció como Bill Faulkner; qué
pequeña conexión parece haber entre ellos ...
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