DE CÓMO EL PADRE QUIJOTE SE
CONVIRTIÓ EN MONSEÑOR
Ocurrió de
este modo. El padre Quijote había ordenado su almuerzo solitario a su ama de
llaves y se puso en camino para comprar vino en una cooperativa del lugar, a
ocho kilómetros de EL Toboso, en la
carretera general de Valencia. Era un día en que el calor gravitaba. trémulo,
sobre los campos secos, y no había aire
acondicionado en el Seat 850 que había comprado, siendo ya de segunda mano, ocho años antes.
Mientras conducía, pensaba con tristeza en el día en que tendría que m1scar un
coche nuevo. Hay que multiplicar por siete la edad de un perro para que
equivalga a la de un hombre y, según este cálculo, su coche estaría aún
entrando en la edad mediana, pero notaba que sus feligreses empezaban ya a considerar
casi senil a su Seat 850. “No puede fiarse de él. Don Quijote”, le advertirían. y él sólo podría responder:
«Hemos pasado juntos muchos malos ratos, y pido a Dios que pueda sobrevivirme .
.. Tantas plegarias suyas habían quedado sin respuesta, que sustentaba
esperanzas de que ésta se hubiese incrustado como cera permanente en el oído
Eterno.
Distinguía el
trazado de la carretera general gracias a las nubecillas de humo levantadas por
los coches en tránsito. Al volante del Seat, le inquietaba la suerte del
vehículo al que, en memoria de su antepasado, llamaba mi Rocinante. No soportaba la idea de que su
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