Decir que ha ocurrido una «revolución lingüística» es ya un lugar común. La idea de que la codificación y transmisión de informaciones ordenadas es crucial para el hombre, no sólo es básica en el campo de la filosofía, la lógica, la teoría social y el estudio de las artes, sino que ocupa también una posición central en las ciencias biológicas. La intensa energía intelectual y la capacidad instrumental que la lingüística demostró durante las últimas décadas son a la vez estímulo y consecuencia de un cambio de actitud más radical. Los artículos y ensayos reunidos en este libro tienen que ver con ese proceso. Analizan determinados elementos filosóficos y literarios de esta renovación radical de la imagen del hombre (renovación que es al mismo tiempo una experiencia nueva) y su relación constitutiva con el lenguaje, con el logos.
Los orígenes de la revolución
lingüística coinciden en el tiempo y la sensibilidad con la crisis de los
valores morales y formales que antecede inmediatamente a la Primera Guerra
Mundial y continúa en los años
siguientes, especialmente en Europa central. Lo que denominé en otro lugar «la
retracción de la palabra» y la derrota de la cultura humanista ante la barbarie
se corresponde estrictamente con la nueva lingüística, con las nuevas búsquedas
filosóficas, psicológicas y poéticas para establecer un eje semántico. En
distintas partes de este libro trato de señalar las relaciones de reciprocidad
interna que existen entre los primeros análisis ingüísticos de Russell y Wittgenstein, las
investigaciones de los círculos lingüísticos de Moscú y Praga y la metáfora del
silencio o el fracaso del lenguaje en la literatura de Hofmannsthal, Kafka y
los escritores contemporáneos.
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