Ava en la noche, Manuel Vicent
Y de este modo llegó por fin la
fecha señalada: 23 de abril de 1958. El día anterior, en un basurero de las
afueras, habían logrado cazar cuatro gatos nocturnos de buen tamaño, dos negros
y dos blancos. Se los entregaron vivos dentro del saco a Doménech, quien los
sacrificó con un golpe en la nuca como si fueran conejos para una paella, luego
los desolló con insólita destreza, les quitó las vísceras y, antes de
trocearlos, los dejó a la serena toda la noche colgados de un tendedero para
que se orearan. A la hora de freír la carne en la sartén, optó por hacerlo unos
con tomate y otros con ajetes de primavera. Fue a la una de la tarde de aquel
día cuando David tuvo el privilegio de llevar en sus manos la bandeja con el
plato de carne de gato a la carpa instalada en la explanada del puerto y
depositarlo en la mesa ante los ojos ávidos de Bette Davis. Lo hizo en
silencio, con media reverencia, como si fuera un elegante mayordomo ducal. Ella
ni siquiera volvió el rostro. Imbuida en su papel imperial, cogió el cuchillo y
el tenedor, partió un trozo de muslo, se lo llevó a la boca, lo masticó a
conciencia y, después de sorber un poco de agua, exclamó:
-! like this meat. It's
exquisite!-y solo entonces miró a David con sus ojos redondos de muñeca de porcelana.
David le preguntó a Quico
Doménech si había conocido a otras divas, como A va Gardner. El tratante no la
había visto nunca en carne y hueso, pero le contó que un díaAva Gardner se
cruzó en el vestíbulo del hotel Castellana Hilton con Bette Davis y Avale dijo:
-Señorita Davis, soy Ava Gardner
y soy una gran admiradora suya.
-Claro que lo eres, querida,
claro que lo eres
-le contestó displicente la diva
y se dio media vuelta.
En 1958 Bette Davis se comió ella
sola unos diez gatos en un pueblo del Mediterráneo, y a eso debió tal vez su
carácter.
No hay comentarios:
Publicar un comentario