Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

TEDIO


Historias del Ampurdán, Josep Pla, p.8
A media mañana hemos tenido que encerrarnos en casa otra vez. Se ha puesto a llover más fuerte. La gente dice que esta lluvia es muy buena y que nacerán setas. La mejor es la que llaman ou de reig y se encuentra en los alcornocales. Posee una carne tierna, gruesa, viscosa. Es excelente a la parrilla. La acuosidad densa de la atmósfera, que presta morosidad al cuerpo y al pensamiento, es propicia a la aparición de setas y a su germinación rápida.
A los marineros no les dice nada este tiempo. De todos modos, les gusta tener un pretexto para estarse todo el día en el café jugando a los naipes o para permanecer semitumbados bajo los porches viendo caer las burbujas de la lluvia sobre el mar. Para un marinero, la pereza es una cosa sólida, dulce y suave. En realidad, la somnolencia producida por el aburrimiento bien administrado es su ideal.
Yo creo que este estado de ánimo del hombre de mar ante las cosas es un estado realmente superior. Cuando un hombre llega a uno de estos pueblecitos, la falta de pretextos para matar rápidamente el tiempo produce un estado de exasperación, una tensión nerviosa qué, vista desde fuera, debe parecer grotesca. Después, el hombre entra en una fase de morbosa añoranza que ataca los músculos del movimiento y produce una gran pereza, haciendo desear vivir en una posición horizontal. Pero luego se reacciona -yo conozco todas las delicias de ese estado- y se encuentra entretenimiento en la cosa más nimia. El cansancio producido por este entretenimiento con cualquier pequeñez es delicioso, paradisíaco. El tedio, cristianamente aceptado, es inefable.

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