No hubiesen venido a buscarme,
pero, ingenuamente, hice que se fijaran en mí. Me atreví, adrede, a hacer lo
que no tenía que haber hecho.
Utilicé mi libre albedrío pero
con un cálculo erróneo. O, más bien, sin calcular: sin pensar. Por vanidad y
estupidez; y ahora estoy perdida.
A veces, de rodillas, en una
postura de oración, soy capaz de atravesar la «barrera del censor”> ... Soy
capaz de recordar ... ¡Pero me duele tanto la cabeza! Es un esfuerzo titánico: algo
así como luchar contra la gravedad en Júpiter.
Por mi condición de Exiliada
tengo prohibido hablar con nadie de mi sentencia o de mi vida antes del Exilio,
así pues mi soledad es doble.
Aunque pocas veces me falta
compañía en este sitio extraño, me siento muy sola y no estoy segura de poder
perseverar. Mi condena es de «solo» cuatro años. Podría haber sido «perpetua».
O podría haber sido Aniquilación.
De rodillas noche tras noche,
mientras me esfuerzo por recordar, por recuperar mi antiguo yo, perdido, trato
de sentirmne agradecida por que mi condena no haya sido Aniquilación.
Y también trato de agradecer que no detuvieran
además a alguien de mi familia como colaborador/facilitador de la Traición.
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