El fin del fin del mundo, Franzen,. p. 265
En el siglo XX, los seres humanos
hicieron un favor a los pingüinos al aniquilar a muchas ballenas y focas con las
que éstos competían por el alimento. Las poblaciones de pingüinos aumentaron, y
en los últimos tiempos la isla San Pedro se ha convertido en un lugar todavía
más acogedor para ellos porque el rápido retroceso de los glaciares está
dejando al descubierto tierra adecuada para anidar. Pero es bien posible que la
humanidad deje muy pronto de beneficiar a los pingüinos: si el cambio climático
continúa acidificando los mares, el agua alcanzará un pH con el que los
invertebrados marinos no podrán desarrollar sus conchas; uno de esos
invertebrados, el kril o camarón antártico, es un ingrediente básico en la
dieta de muchas especies de pingüinos. El cambio climático también está fundiendo
rápidamente el hielo que rodea la península Antártica, que proporciona una
plataforma para las algas con las que se alimentan los camarones en invierno y
que, además, los ha protegido de una explotación comercial a gran escala. Es
posible que no tarden en llegar de China, Noruega y Corea del Sur buques
factoría del tamaño de petroleros a arrasar con el alimento del que dependen no
sólo los pingüinos, sino también muchas ballenas y focas. Los camarones
antárticos son crustáceos del tamaño y el color de un meñique. Hacer una
estimación de la cantidad total que hay de ellos en la Antártida es complicado,
pero una cifra que se cita con frecuencia, la de quinientos millones de
toneladas métricas, podría convertir a la especie en el mayor depósito mundial
de biomasa animal. Por desgracia para los pingüinos, muchos países consideran buen
alimento el kril, tanto para los humanos (según dicen, uno puede acostumbrarse
al sabor) como en particular para peces de piscifactoría y ganado. Actualmente,
la pesca anual de kril de la que tenemos constancia asciende a menos de medio
millón de toneladas, con Noruega a la cabeza de la lista de recolectores; sin
embargo, China ha anunciado su intención de aumentar su cosecha hasta dos millones
de toneladas al año y ha empezado a construir los barcos necesarios para ello.
Como ha explicado el presidente del Grupo Nacional para el Desarrollo Agrícola chino:
“El kril proporciona proteína de muy buena calidad que puede procesarse para
obtener alimento y medicinas. La Antártida es una verdadera mina para todos los
seres humanos y China debería acudir allí a tomar la parte que le corresponde.»
El ecosistema marino de la
Antártida es, en efecto, el más rico del mundo; es asimismo el único que
permanece prácticamente intacto.
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