El aliado, Iván Repila, p. 177
Frente a estos desórdenes
eventuales, llevados a cabo por justicieras con una historia personal muy
específica, el grueso de las acciones se distribuía en tres grandes bloques. En
primer lugar, la guerra callejera, que afectaba tanto a grandes ciudades como a
municipios de medio tamaño o núcleos de población minúsculos: destrucción de mobiliario
urbano, asedio a empresas con superávit de hombres en puestos de dirección,
cortes en las infraestructuras y represalias contra los defensores del Estado
Fálico. En segundo lugar, la dronificación del conflicto: ataques estudiados y planificados
con precisión quirúrgica contra objetivos particulares, generalmente hombres
con poder político que repudiaban, por sus declaraciones o sus actos, los
problemas derivados del levantamiento de las mujeres; a estos solía
compensárseles sus posturas con todo tipo de escraches, desde el baño de
pintura roja hasta el embellecimiento creativo de su coche, la rotura de su
cristalera o la serenata diaria frente a su ventana. En tercer lugar, la
propaganda y la reivindicación política: además de las listas y las denuncias,
cada vez más numerosas, las autoproclamadas líderes de la insurrección
divulgaron, en medios nacionales e internacionales, una serie de demandas básicas
para decretar el fin de la violencia y empezar un proceso de diálogo que, con
el tiempo, pudiera construir un espacio de tolerancia y respeto mutuo. Se
desconoce el proceso interno que derivó en la aparición, sin máscaras, de esa
docena de mujeres tan distintas las unas a las otras en televisión, aunque
sería razonable anticipar que no fue sencillo de llevar a cabo, debido a la
aparente multiplicidad y los diversos frentes que constituían el movimiento;
pero fue, de hecho, una de sus primeras lecciones: el orden jerárquico, la
ilusión del equilibrio, de un sistema regulado por estructuras cerradas,
formaba parte del universo que pretendían disolver. El patriarcado fue incapaz
de comprenderlo. Las demandas abarcaban un amplio espectro de solicitudes.
Algunas eran de carácter práctico, como la eliminación inmediata de la brecha
salarial, la reforma íntegra de la ley de violencia machista, cuyo pilar era
trasladar la escolta de las agredidas a los agresores, o la obligación de
incluir a todos los varones en las bajas por maternidad…
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