EPÍLOGO
Nosotros íbamos a envejecer
juntos. Lo digo en voz alta por escucharme, y compruebo lo melodramático que
suena: nosotros íbamos a envejecer juntos. Lo repito con más fuerza, buscando el
eco en el dormitorio vacío, exclamatorio: ¡nosotros íbamos a envejecer juntos!
Pruebo a decirlo sonriendo, como un vendedor telefónico: nosotros íbamos a
envejecer juntos. Nada. Sigue sonando aparatoso. Ahora engolando la voz,
rodilla en tierra, calavera en mano, pausas dramáticas: Nosotros. Íbamos. A
envejecer. Juntos. Abro los brazos para llenar pulmones de tenor, la orquesta se
eleva, el público se estremece, tintinea la gran lámpara sobre la platea:
nosotroooooos íbamos a envejecer juuuntooooooooos. Caigo muerto en el
escenario, baja el telón, aplausos, hipidos. Lo tecleo en el teléfono, en
varios intentos: Nosotros íbam, y borro. Nosotros íbamos a env, y borro
No hay comentarios:
Publicar un comentario