La pregunta del productor Stacey,
«¿por qué quieres escribir ... ?», persiste, retruena. ¿Quién demonios tiene derecho
a declamar sobre unos luceros demasiado remotos para alcanzarlos? Pues
cualquiera. La guirnalda de luces del cielo nocturno está ahí, en la distancia.
y cualquiera la puede ver e invocar. El firmamento, el mejor de los
claroscuros, no distingue colores. A diferencia de lo que pasa con las culturas
y las razas en Estados Unidos. Quiero que sepan ustedes que somos muy sensibles
a esta cuestión: ¿qué derecho tienen dos yuppies blancos a intentar hacer un
muestrario de lo que es el rap? Por supuesto, no crean que somos realmente
yuppies. Somos enfáticamente no yuppies. Yuppie es exclusivamente un predicado
de las masas, concebido por los demógrafos para ser usado por profesionales de
la mercadotecnia, en productos como la película Noches de neón; la campaña de
Nissan «Built for the Human Race»; la canción “Material Girl”; la serie de
televisión Treinta y tantos, y campañas publicitarias de cerveza como «The
Night Belongs to Michelob» y «You Can Have lt All». Nadie es un yuppie porque
en la actualidad, de cara a los Estados Unidos, todo el mundo es un yuppie, un
consumidor consumado. Incluso el más insólito de los mercados (terminarán de
leer este ejemplar convencidos de ello), el de los músicos negros que están en
la vanguardia de esa explosión pop llamada rap: lo yuppie se filtra en sus
versos asonantes, gritando hasta el límite sus rimas trocaicas a través de un vacío
impenetrable que ellos tienen ahí, aquí en el aquí y ahora. Como
«nosotros>>, son conscientes de su diferencia, se congregan frente al
altar del «yo» electrónico
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