Marc y su contratiempo, E Vila-Matas, p. 230-231
Parece que el ventrílocuo más
célebre de la historia -al menos según la enciclopedia Espasa que hace veinte años
heredé de mi padre y que en su momento, pese a la oposición de Carmen, mejoró
mucho este despacho fue Edgar Bergen, de origen sueco, pero nacido en Chicago. Ya
en la adolescencia empezó a ir a acompañado de un muñeco que le fabricó un
carpintero amigo: se trataba de una marioneta que representaba a un vendedor de
periódicos irlandés al que llamó Charlie McCarthy y que se convirtió en el
compañero perpetuo de sus espectáculos. Bergen lucía siempre un genial traje de
frac, en tanto que su muñeco llevaba un elegante monóculo, sombrero de copa y
traje de etiqueta. Charlie tenía la lengua muy suelta y lanzaba frases que
golpeaban a todo tipo de personas; su mordacidad no tenía límites, ni
distinguía entre poderosos y proletarios. En los años de mayor triunfo y
popularidad de la pareja, a mediados de los años cuarenta, Bergen se casó con
Frances Westerman y tuvieron una hija, la que más adelante sería una actriz muy
famosa, Candice Bergen.
Nada más nacer aquella niña,
Charlie McCarthy se convirtió en un absoluto monstruo. Candice narró años más
tarde en una entrevista en televisión la traumática historia, explicó lo mal
que llegó a pasarlo cuando empezó a notar que su «hermano de madera» la
insultaba y se interponía siempre entre ella y su padre. Charlie McCarthy tenía
la cama en el cuarto de Candice -o quizás a la inversa: a Candice la alojaron
en el cuarto del celoso Charlie McCarthy- y ésta recordaba cómo de niña tuvo que
ir acostumbrándose a quedarse de noche dormida viendo al muñeco en estado
inerte -puro cadáver-mirando al techo con fúnebre fijación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario