Diccionario enciclopédico, JP Andújar,p. 275-176
Enrique Morente, chamán nuestro.
Gran hechicero del cante flamenco. los cantaores son chamanes, no hay sino que
verlos en el rito funerario de las seguiriyas. La mesa que el clan aporrea con
los nudillos para llamar a las puertas del infierno. Los ayes con que el brujo
arranca su canto. El babeo, los ba-bas, los bes, los bis, los bos tartamudos
con que el cantaor va cayendo en trance. Los ojos cerrados, el gesto solemne,
trascendental. Reunidos los hombres en la casa como una tribu en su cabaña de
Siberia o del Amazonas. La mesa llena de comida y de bebida, porque así se
despide a los muertos desde tiempos de la cueva. La playera, vieja forma del
cante, madre de la siguiriya. La playera tiene en su etimología la palabra
«plañidera», la que llora a los muertos. El flamenco guarda en este hoyo
profundo, en este agujero hondo de la seguiriya, orígenes del más allá. De lo
primero que hizo el ser humano cuando fue consciente de que estamos vivos de
milagro, maestro. La guitarra lenta y siguiriyera
al compás del péndulo de Edgar Allan Poe que pasa rozándole a uno con el filo
de su hacha. De milagro, maestro. La guitarra y el pozo, eso es el flamenco.
Música de chamanes. El clan alrededor de la mesa mira callado al cantaor y
llora cuando le escucha, y se arranca la ropa a jirones como en un funeral de
Oriente, y le jalea para que cante de más lejos, con más eco del mundo de los
muertos. Pero el cantaor gesticula lentamente. Separa los brazos como un cristo
de mármol sobre las montañas. Entonces silencia el cantaor para escuchar al
guitarrista, la lira subterránea de Orfeo. A través de la guitarra habla el
temblor de los espíritus. Las cuerdas que los amarran a su mundo de sótanos. ¿Te
has reunido ya con los espíritus, maestro? Las tribus gitanas dicen que el
muerto duerme y que la familia tiene que ayudarle en su peregrinación sonámbula. Los
gitanos antiguos enterraban a los suyos comiendo, bebiendo y con cantos de
alegria, y seis semanas más tarde y luego un año después celebraban la pomana, el
rito triste en que un vivo de su edad se vestía igual que el difunto y le
imitaba en todo. Por eso en el cantaor cuando canta hay esos gestos despaciosos
de imitación teatral. Estamos habitados por nuestros antepasados, somos
caravanas llenas de sombras, y el chamán va sacando las suyas por la boca en el
rito del cante. El muerto lo último que hace en vida es expulsar el alma por la
boca, esto es lo que dice la vieja magia de los gitanos.
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