Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 795. EL PUENTE EN LA SELVA / B.TRAVEN

-¡Arriba las manos, forastero!
-¿. ...?
-¿Estás sordo, estúpido? ¡Levántalas, de prisa! Noté claramente, a través de la camisa empapada en sudor, que no era un lápiz, ni su dedo índice, lo que se me clavaba en las costillas. Era de verdad. Casi podía adivinar el calibre: una 38. Y bien pesada. La razón por la que había tardado en obedecer su orden la primera vez es porque creí que se trataba de una alucinación. En dos días de marcha con mis dos mulas de carga por la espesa selva, no había visto un solo ser humano: ni blanco, ni indio, ni mestizo. Sabía que todavía estaba lejos del rancho más próximo, al que esperaba llegar al día siguiente, sobre el mediodía. Así que nadie podía detenerme. Pero ocurrió. Por la forma de hablar supe que no era nativo. Tiró de mi cinturón una y otra vez. No era tarea fácil sacar el arma de su funda, que estaba dura y tiesa como un palo. Por fin se hizo con ella. Le oí retroceder. Por la manera de arrastrar los pies comprendí que era un tipo bastante alto, y entrado en años o muy cansado.
-Bien. Ahora, si a su señoría le place, puede darse la vuelta.

A unos quince metros a la derecha de la senda que cruzaba la selva, por la que yo venía, había una charca de agua bastante limpia. La había visto brillar entre el follaje y supuse, por las huellas de caballos y mulas que llevaban hasta ella, que debía de ser un paraje donde suelen descansar los arrieros, o incluso pasar la noche. Así que llevé hasta allí a mis cansadas mulas para que bebieran. Yo también necesitaba un buen trago y un respiro. No había visto a nadie por allí, ni había oído nada. Por eso me quedé atónito cuando la pistola se clavó en mis costillas por arte de magia. Ahora le estaba mirando. 

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